04-09-2015

El teatro en educación infantil. ¿Y si lo practicamos en clase?

El teatro en educación infantil. ¿Y si lo practicamos en clase?

En Transeduca llevamos más de quince años animándoos a que vengáis al teatro con nosotros y con vuestros alumnos de educación infantil. Sabéis que creamos espectáculos pensando minuciosamente en las áreas curriculares que trabajáis en estas edades, para combinar el consumo de teatro como elemento de disfrute con la utilidad pedagógica en el aula.

Hoy, no obstante, queremos situar el teatro al otro lado. Queremos animaros a los profesores a que seáis vosotros quiénes trabajéis en clase el teatro como práctica integrada en el día a día de vuestros alumnos. Por ello, vamos a sintetizar algunas ideas de porqué puede ser útil introducir el teatro en el aula de educación infantil.

Antes de empezar a enumerar los puntos fuertes de esta práctica, queremos clarificar que creemos en el uso del teatro en el aula como elemento de disfrute en sí mismo. No creemos demasiado en las prácticas de trabajar el teatro en vistas al festival de final de curso para los papás. Creemos que, como la mayoría de actividades en esta etapa, el teatro se ha de introducir  en la escuela a través del juego. Entendemos aquí el juego como una actividad lo menos dirigida posible, que permita a los niños experimentar, gozar y replantear las reglas tantas veces como ellos necesiten. Trabajar en vistas al festival de final de curso  del colegio les puede imponer retos para los que no todos los niños están preparados. Además, trabajar sobre una obra de teatro concreta en vistas a un espectáculo final, justifica la realización de esta actividad en una motivación externa (el niño entiende que debe hacerla para que sus papás lo feliciten cuando lo vean actuar en la obra de teatro); mientras que es mucho más saludable que el niño se rija en base a una motivación interna (el niño se mueve por la curiosidad que nace de su interior y por la satisfacción que le provoca hacerlo lo mejor posible sin esperar halagos de nadie) o incluso en base a una motivación transcendente (el niño puede entender lo hermoso de cooperar y trabajar toda la clase en vistas a un objetivo común, fortaleciendo los vínculos de equipo)*.

Así, una vez aclarado a qué tipo de práctica teatral nos referimos (los juegos de construcción de personajes, la improvisación, las historias inventadas por los alumnos que luego se llevan a escena), vamos a enumerar aquellos puntos que hacen que el teatro sea constructivo en vuestras clases:


1. Mejora el conocimiento que los niños tienen de sí mismos y de los demás.

  • A través de la dramatización y los juegos de roles ayudan a identificar emociones y sentimientos. Además, permite proyectar estados de ánimo propios en personajes ajenos.
  • Trabajando la pose y el gesto, los niños mejoran el conocimiento de su propio cuerpo y de las partes que lo componen, el desarrollo psicomotor y la lateralidad.
  • Propicia la socialización, la autoestima, la aceptación de uno mismo y la autonomía.
  • Ayuda a los más tímidos a relacionarse con sus compañeros y a entender que todos somos parte de un grupo de iguales.
  • Fomenta el conocimiento de la voz de cada alumno.

2. Mejora el descubrimiento del entorno.

  • El teatro puede ser una buena herramienta para conocer el entorno. Podemos partir de realidades cotidianas como pretexto para conocerlas mejor e integrarlas en nuestras representaciones de teatro. El teatro es un buen recurso si trabajamos con ambientes, además de ser una buenísima excusa para potenciar el juego simbólico.


 3. Es una buena herramienta para la comunicación y el desarrollo de diferentes lenguajes.

  •  El teatro cumple una triple función lúdico-creativa, representativa y comunicativa que permite integrar en una sola práctica el lenguaje corporal (en el trabajo de la pose y el gesto de los niños), verbal (en la creación y repetición de las frases de la obra de teatro), plástico (en la ideación y ejecución de vestuarios y escenografías), musical (en el trabajo de las canciones de la obra, si las hay), y matemático (en la ordenación de las secuencias de la obra y en la clasificación de materiales para la creación de atrezzo y vestuario).

  

¿Os hemos convencido? 

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*Véase L’Ecuyer, Catherine. Educar en la realidad (pg. 55-62) Barcelona: Plataforma Editorial, 2015

 

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