13-12-2018

La inteligencia emocional a través del teatro

La inteligencia emocional a través del teatro
El descubrimiento del “yo” en edades tempranas y los problemas para identificar nuestras emociones genera conflictos que pueden llevar a la frustración o sentimientos de incapacidad. El teatro, tanto para el espectador como para quien lo pone en escena, es una herramienta pedagógica y didáctica con un gran potencial para ayudar al desarrollo de esta inteligencia emocional.
La evolución de los seres humanos y la adaptación al medio en el que nos desarrollamos ha provocado un escenario de convivencia entre distintos tipos de inteligencia. La racional sería la más vinculada a esta necesidad de supervivencia y adaptación. Una necesidad de actuar y tomar decisiones rápidamente que provoca conflictos emocionales.

Los niños en las primeras etapas de educación infantil y primaria pueden experimentar frustración y desarrollar sentimientos de incapacidad al no saber combinar los diferentes tipos de inteligencia. Es por este motivo que deben aprender a identificar sus sentimientos y emociones, a gestionarlas y a expresarlas. No sólo para el desarrollo personal, también para las relaciones con el resto de personas.

Precisamente es la necesidad de explorar nuestro mundo interior y el mundo emocional ajeno lo que convierte al teatro en una herramienta para la introspección en entornos adecuados. Entornos seguros, de empatía y que favorecen el desarrollo de ideas.

El teatro puede plantearse como una actividad para trabajar en clase o como una salida escolar. Trasladar el teatro al aula puede ayudar a ejercitar el ponerse en la piel de otra persona de forma lúdica. A adoptar un rol o a vivir una situación ficticia donde podemos equivocarnos sin consecuencias.

Como espectadores, nos reflejamos en lo que sucede encima del escenario y experimentamos diferentes tipos de emociones. La dramatización y la expresión teatral buscan, precisamente, la identificación de la audiencia con la narrativa y la evolución de los personajes durante la trama. Por este motivo, experimentamos diferentes representaciones de uno mismo.

En las primeras etapas de vida, el cuerpo y el movimiento son el medio de comunicación natural. Y la expresión corporal es una parte esencial del teatro. Por este motivo, las obras que van dirigidas a un público más bien infantil tienden a la sobreactuación y a incluir gestos y acciones más explícitas. Una exageración que se refuerza con los elementos de la escenografía, la música, la iluminación y los sonidos.

De forma complementaria, el teatro aporta un componente socializador. El ritmo de un espectáculo en directo viene marcado por la interacción entre la audiencia y los actores.

El Monstruo de colores, espectáculo producido por Transeduca y basado en la obra de Anna Llenas, juega con las llamadas “emociones básicas”. Unas emociones que son comunes e innatas en todos los seres humanos: el miedo, la alegría, la rabia, la tristeza o la calma.

Es la historia de un personaje que está hecho un lio porque no sabe identificar correctamente qué es lo que siente. A través de los colores (que representan cada una de las emociones) aprenderá a entenderlas y a ponerlas en orden.

No sorprende que cada vez más docentes planifican el calendario académico para incluir una o más salidas al teatro. Y es que la salida puede es una herramienta potenciar en los niños áreas como la escucha activa, la imaginación, la creatividad o la conciencia corporal.
Utilizamos cookies propias y de terceros para ofrecer nuestros servicios y recoger datos estadísticos. Continuar navegando implica su aceptación. Más información Aceptar